CAFÉ PASADO #24: Redención
Final - Liga 1 Betsson 2021 (Vuelta)
Resultado Final: Sporting Cristal 0 – 0 Alianza Lima
¿Cómo empezar?
Lo vivido ayer nos sobrepasó a cada uno, de diferente manera. Personas que
perdieron a sus
seres queridos en estos dos años y entraron al estadio con una foto; hinchas que vinieron de
provincia solo para ver el partido; los que hicieron hasta lo imposible por
estar en el Nacional, pero se quedaron afuera. Todos nos juntamos en aquel
lugar donde hace un año nos hacían pedazos. Todos, después del pitazo
final, sentimos algo que no se puede explicar en letras. Gloria, éxtasis,
alegría, llámenlo como quieran. Lo que sí es un hecho es que ayer tocamos el
cielo. Conseguimos una nueva estrella.
La que escribe vivió los partidos de manera particular. Considero que tengo
cierto instinto de bruja para los partidos y desde hace días sentía algo muy
raro, que no cuadraba en mí: Estaba tranquila. Y usted, amigo lector dirá “¿Y por qué eso es raro?” Pues,
estos partidos de final ponen de nervios a cualquiera y yo siendo una persona
muy ansiosa debería haber estado estresándome, imaginando miles de escenarios.
Pero no. Cuando me preguntaban: ¿Nos llevamos la copa? les respondía con un “No
sé” prefería
guardarme lo que pensaba hasta que sucediera. Y sucedió.
En la primera final, cuando en los últimos minutos Alianza se metió en su
arco para proteger la ventaja y Cristal intentaba entrar por todos lados mi
dialogo interno era: “Estamos tranquilos y Campos también. Esa pelota no
entra”. Todo acabó
bien. En la previa a la final de vuelta sucedieron cosas muy curiosas,
conseguir entrada a media noche; ir con un hincha cervecero en el metro; ver el
bus del equipo de camino al Nacional, todo tal cual como sucedió en la previa
de la primera final. Ni siquiera pensar que Ortega, árbitro que nos dirigió el último
partido del año
pasado, iba a ser el juez en la vuelta me quitaba la tranquilidad. Todo
transcurría bien, hasta que empezó el partido.
Cristal salió a la cancha a presionar por todos lados, a sacar ventaja como
sea porque lo necesitaba. En la estadística quienes tuvieron la pelota en casi
todo el primer tiempo fueron ellos. Muy a pesar de ello ese balón nunca entró, pero si preocupaba que
llegaran a nuestro arco con mucha facilidad. Se necesitaba replantear
urgentemente porque si bien estábamos tapando todo el físico no nos iba a dar
para aguantar lo que quedaba de partido.
El segundo tiempo fue distinto. Empezamos a tener llegada con el Wilmer
Aguirre, Oslimg Mora y Jefferson Farfán; ya se sentía la desesperación del
rival que seguía intentado guardar la pelota en el arco de Ángelo Campos y
simplemente no podía. O era nuestra defensa o era Ángelo quienes le decían que
no a Cristal. Enormes todos atrás. Luego llegó la bronca, las expulsiones de Lagos y Riquelme,
el ánimo caliente
en cancha, en banca y en tribunas.
A estas alturas del partido me preguntaba: “Estás tranquila?” me decía a mí
misma que sí, sin embargo, a estas alturas ya no se
podía. La terna arbitral mandó ocho de tiempo extra y fueron los minutos más
largos de la vida. Hace un año estaba fuera del Nacional caminando de un lado
al otro con lágrimas en los ojos; ayer hacía lo mismo pero esta vez era
distinto: nos jugábamos la gloria. Yo ya veía a Ortega acabando todo, ya los
veía campeones, pero me limpiaba las lágrimas y decía: “No, todavía no. No
hasta que suceda”.
“Por los que no
nos acompañan hoy; por los que vinieron desde lejos; por los que se quedaron
afuera. Sabes por lo que hemos pasado” esa era la frase que me repetía mientras
el balón seguía rodando, hasta que se detuvo y el estadio se vino abajo. Lo que
sucedió después del pitazo final no lo recuerdo bien. Literalmente me fui al
piso y solté todas las lágrimas contenidas.
Vino a mi mente aquel
día donde gente que no tenía ningún sentimiento por este club nos hizo tanto
daño y nos llevó al fondo. Estos colores, este escudo no lo merecía. Hace un
año estábamos en el infierno, ayer volvimos a la gloria. Se sintió tan bien que
llorar parecía contradictorio, pero lo necesitaba, era nuestra revancha, era mi
revancha.
Luego se celebró,
con el equipo, con los amigos; en el Nacional y en la Victoria. Fue un día muy
feliz para todos los que amamos a este club.
Antes de cerrar
me gustaría agradecer. A todos los que vinieron a apoyarnos, jugadores y
sponsors; a los que se quedaron y que nos cerraron la boca con su entrega; a
toda la gente que estuvo detrás y de la que no se dice mucho: cuerpo técnico,
utileros, personal de limpieza y de cocina. A la hinchada que nunca dejo de
alentar desde todas partes del país. Lo logramos todos juntos. Ayer y siempre.
Agradecer a mi
barra favorita, personas que conocí este año con los que pude compartir y
alentar. Son lo máximo amigos.
Agradecer al tío
Memorias y al potrillo con los que hice buen equipo y ayer nos pudimos juntar,
virtualmente, para celebrar el campeonato.
Agradecer a la
vida por ser hincha del mejor equipo del Perú. De mi campeón. Mi Alianza Lima.
Alianza refleja la vida del Perú, su sentir, su idiosincrasia, es el corazón del país que el 28 latió mas fuerte que nunca. Arriba Alianza por siempre.
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