'PlumALigera' #08: El papá de la pluma
Escribo estas líneas mientras te escucho reír y conversar. Temprano,
caminábamos por la playa recordando épocas sin covid: “Te acuerdas cuando tu
hermano se encontró dinero por aquí?” “A tu hermana le gustaba recolectar
piedritas como estas”. Es grandioso verlo sano, después de haber vencido al
inclemente virus y con sus dos vacunas bien puestas.
Mientras juntaba chapitas, cual niño chiquito, me contaba de las veces que
iba a Matute. “Yo trabajaba por Manuel Cisneros, paralela a Abtao; de ahí
pasaba a Matute a ver los partidos” También me decía que tenía que correr para
conseguir una entrada y que en algún momento tuvo que lanzar sus piedras para
salir airoso. “Eran mis años mozos, pero en tiempos movidos”. Años después, esa
fluorescencia decayó y con la adultez papá dejó de ir al estadio, aunque siempre veía o
escuchaba los partidos. Y así lo conocí yo, un hincha a distancia.
Me hubiera gustado que don Jesús sea como esos viejitos que llegan al
estadio con sus hijos en hombros, que los visten de azul y blanco de pies a
cabeza; que les lanza la pelota, sea niño o niña, para que den sus primeras
pataditas, pero por el contexto y las circunstancias que vivíamos, no se pudo. Y
si bien papá no fue tan amante de infundir el aliancismo a sus hijos; más tarde sus
hijos se encargaron de mantenerlo en la fiebre blanquiazul. Le ayudábamos a
regresar a su época juvenil mientras le contábamos de nuestras salidas al
estadio, de las largas colas para entrar y de las mechas en sur.
En este día del padre le hice una promesa: “Cuando pase todo esto, volveremos
al estadio”. Y ya estamos armando un buen plan: Iremos a occidente y le voy a
invitar un buen plato de carapulcra, luego verá a las porristas y yo le
tomaré fotos para que quede en evidencia. Gritaremos los goles juntos y rajaremos
del look de los futbolistas; le mandaremos muchos saludos al árbitro
cuando cobre sonseras y cantaremos juntos los 90. Porque si él no
pudo llevarme cuando era pequeña yo lo llevaré para que vuelva a
sentir esa adrenalina que te regala la experiencia de ir a Matute.
Aprovecho este espacio para darle gracias al señor Jesús Felipe por su amor
y gran esfuerzo por ser el mejor padre. Con los años uno comprende que un
padre no nace siéndolo, aprende en el camino cometiendo errores, rectificando y
volviendo a intentar.
Y de parte del equipo de Memorias saludamos a todos los papás
blanquiazules que siguen esta página, papás que son chamba y
ejemplo de sus hijos, papás de todas las edades, que transmiten la pasión de
ser aliancistas de generación a generación; y a esos papitos que se fueron pero
que dejaron aquí un gran legado para sus hijos.
A todos ellos; a ti viejito, gracias.
Por: Rita Cristina Pachas
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