CAFÉ PASADO #23: 'Queremos más, queremos gloria'
Final - Liga 1 Betsson 2021 (Ida)
Resultado Final: Alianza Lima 1 – 0 Sporting Cristal
Sábado 20 de noviembre, 11:50 p.m. Cuando
ya todos están dormidos, yo sigo despierto, sentado en el sofá, pensando,
maquinando, imaginando las mil y una cosas que pueden suceder en aquel campo de
batalla. Martirizándome como si no
hubiera un mañana y pareciendo que las horas se hacen eternas, me pongo de pie
a las 00:10 am, ya es 21 de noviembre, y aún teniendo en mente en lo mismo de
toda la semana, es que decido poner a un lado las estrategias, las
estadísticas, los números, el pensar de más, y dejo que la fe me cobije, me de
abrigo, me consuele.
Cuando todos ya se encontraban descansando
y nadie me veía, es que me levanto de la “incómoda comodidad” del sillón y me
dirijo al altar que tenemos en la sala. Me pongo de rodillas, suspiro y rompo
en llanto. Derramo lágrimas que se convertirían en un mar de emociones. Ira,
preocupación, alegría, ansiedad, adrenalina, rabia, de todo. Y es que Alianza
envuelve todo. Somos aquellos que sufren como ninguno, pero rebozamos de
alegría cada que vemos ese escudo.
En ese silencioso llanto es que suelto una
plegaria, expreso mi sentir con Dios y le digo: “Después de todo el barro que
comimos el año pasado, queremos salir campeones, lo merecemos, lo necesitamos.
Iremos con todo a por ello. Gracias, Papá Dios, por habernos traído hasta
aquí.” Cierro mi oración haciendo la santa señal de la cruz en todo el pecho,
similar a aquella camiseta del complicado año 2012 con la que ganaríamos un
vibrante clásico con más corazón que vistosos movimientos de balón.
Llegado el despertar del cielo, sigo igual
de ansioso. Me levanté temblando, sudando frío. Quizá eran los fantasmas del
pasado atormentando mi descanso. Curiosamente, cuando salgo de mi habitación,
noto el ambiente distinto, como si yo hubiera contagiado mi desesperación a todo
el mundo. En mi casa se podía sentir una fuerte tensión, misma que he sentido
desde que logramos llegar a la final.
Inapetente y con lo que pareciera una suba
de presión, es que el reloj daba las 3:00pm y el partido comenzaba. Me
persigno, besos a la cadenita como Gustavo Costas, tomo aire y exclamo con voz
temblorosa, un sobrio, pero bastante consternado: “¡VAMOS!”.
Si yo me encontraba así, ni qué decir los
jugadores. Más aún cuando, pese a haber dos hinchadas, solo se escuchaba: “Por
ti yo daría mi alma. Vamos, vamos Alianza. Quiero verte campeón”. Qué
bonito, ¿no? Nuevamente abarrotar tribunas como solo nosotros podemos hacerlo.
Las acciones iniciarían con dos equipos
mostrando lo mejor que tienen. Pierna fuerte por ambos lados. La primera falta
sería de Alianza, pero unas entradas criminales por parte de Horacio Calcaterra
que serían pasadas por agua fría por el hoy vestido de rojo, Diego Haro.
El primer peligroso acercamiento sería de
Alianza a los 9’. El juvenil, nuestro “Run run”, Wilmer Aguirre, recibiría una
pelota de espalda, giraría para sacarse a Merlo quien, con lo justo, llegaría a
despejar al córner. Justamente en este tiro de esquina, a los 10’, llegaría
otra de peligro. Centro alto de Concha, pivotea bien Portales y por poco no
llegaba a rematar Míguez. 0-0 aún, pero ya avisábamos.
Cristal se acercaba sin mayores
contratiempos hasta los 14’ que Riquelme se animaría a disparar fuertemente
tras un córner, pero el “Mono” Campos estaría seguro para dar el detenerlo y
alejar el balón con un rebote.
El partido tuvo algo interesante. Cristal,
un equipo arrollador, no nos llegó al área chica con mucho peligro. ¿Por qué? Jefferson Portales, Pablo
Míguez y Yordi Vílchez. Los tres zagueros se encargaron durante todo el partido
de anular a los más bravos de los cerveceros. Mención aparte para ellos que
realizaron un trabajo correctísimo. Cabe aclarar que este buen rendimiento no
es una novedad. Además de la seguridad que transmite nuestro golero, tenemos
una muy buena zaga central.
El electrónico avanzaba y el partido era
muy duro, muy parejo. El encuentro necesitaba un poquito de magia. Es así que
Jairo Concha, a los 31’, tomó la redonda y da un pase entre líneas para el
Zorrito. Aguirre se acomoda, define, pero Duarte achicó bien. Buena atajada. No
corto el párrafo porque la jugada continúa. Saque largo del portero celeste,
avanza Cristal, intercepta el buen “Donatello” Portales, quien se quería poner
el chaleco de protagonista. Es así que lanza un despeje que más parecía pase a
la cabeza de Barcos. El Pirata pivotea para el Zorro que de taquito se la
devuelve y es aquí donde todo el estadio se detiene a ver cómo es que se trata
a la pelota...
Hernán es 9, pero más parece 10. Tiene 36,
pero parece un juvenil. Nació en Bell Ville, Córdoba, pero parece que fuera de
La Victoria. Le dicen “El Pirata”, pero para mí es “El Mago”, “El Domador, “El
Diferente, “El Cerebro”. -¡Doctor, pero parece que tuviera la cancha en la
cabeza!- Le dije al psiquiatra cuando me llevaron a cita por ser un loco
aliancista. El buen Hernán, sabio como ninguno, sabría qué pedía la jugada de
ataque y nos haría estallar con un grito de gol único. Si tan solo hubieran
visto cómo lo grite...
A los 33 minutos del primer tiempo, Hernán
Barcos recibiría un paso de taco de Aguirre. Con mucho corazón, experiencia y
velocidad, controlaría derecha, amagaría a su pierna izquierda y, como es
crack, no se haría problemas en definir con esa. La mandó pegadita al palo,
hermano. Chocó y la mandó a guardar. Viejo, qué golazo. Increíble. Hernán Barcos,
ibas a mil por hora. A ti no te paraba nadie. Ese gol era tuyo y qué golazo te
mandaste, Pirata. El coloso José Días se desvivía en aplausos. 1 a 0, gente,
pero faltaba una vida.
Hernán no se cansa de hacernos vivir al
borde del asiento y le mandaría un pase de aquellos al Zorro a los 35’. Wilmer
amaga bien al golero y este le hace caer al verde. La multitud enfurecida...
¡Roja, profe! ¡Último hombre! Diego Haro lo pintó de amarillo. Bueno, aquí del
arbitraje no se habla.
Nos iríamos al descanso con la ventaja
mínima y las venas saltando. Había algo de calma, pero necesitábamos más. Aún
faltaban otros eternos 45 minutos.
El fútbol es de momentos. Se puede estar
arriba esta fecha y a la siguiente perder el campeonato. Y Si hay algo que
debemos reconocer de Carlos Bustos, es su calma y buen manejo de los momentos
del partido.
El profe, iniciado el segundo tiempo, dijo:
“Vamo’ a jugarlo con la cabeza” y eso hicimos. Si queremos ponerle un ganador a
cada round, el primero fue de Alianza y el segundo de Cristal, pero, ojo, con
esto no queremos decir que nos pasó por encima. No y en ningún momento tampoco
es que los arrollamos. Fue un partido sumamente parejo en todo aspecto.
Alianza dejaría jugar a Cristal, pero
Alianza jugaría con su desesperación y adelantamiento líneas. El pase de
defensa a ataque es una de nuestras mejores armas y nos las ingeniaríamos para
hacerles daño y mermar el ímpetu con el que venían.
La más clara la tendrían los celestes a
través de un remate esquinado de Riquelme a los 24’del complemento, pero que
sería desviado por Ángelo Campos.
Diría que el segundo tiempo fue un “mero
trámite”, pero Cristal se animó y Alianza nunca desentonó. Supo cómo jugar sin
el balón y la calma fue su mayor virtud. Se llegaría al final del encuentro y
el marcador no se movería. Señoras y señores, hemos ganado la primera final.
Lagrimas que querían caer de mis ojos. Papá y mamá me veían con confusión, pero
entendiendo que su hijo es un loco apasionado. Ellos sabían cuánto hubiera dado
por estar ahí. Aún falta mucho, pero el desahogo es válido.
Mención aparte para todos aquellos que
tuvieron la chance de pisar el campo ayer. Todos parejos, nadie desentona y
saben aprovechar su oportunidad según los momentos del partido. Valenzuela
clarito al defender y entregar, Benítez haciendo el sacrificio fuera de su
posición, la zaga impecable, Mora veloz para el ida y vuelta, Concha con
criterio para dar los pases (pero amarrando de más en ocasiones), Lagos como si
hubiera entrenado con el grupo, Arley con mucha berraquera, Farfán saltando
chocolate, etc. Este equipo nos llena de orgullo, pero nuestra alma ambiciosa
nos dice que queremos más, que queremos gloria.
Aún faltan 90 larguísimos minutos. No
sabemos cómo vaya a ser el partido, ni qué vaya a suceder a lo largo de esta
semana. Pero hay algo que todo aliancista sabe, y es que la hinchada siempre va
a estar y va a hacer retumbar todo el Estadio Nacional demostrando que el 30%
de aforo es solo un número más.
“¡Vamo’ que la banda quiere copa eh!”
Exclamaba Pablo Míguez cuando obtuvimos el pase a la final. Hoy más que nunca
podemos decir que estamos muy cerca, pero seamos criteriosos y mantengamos la
serenidad, aunque parezca imposible. Dentro de nuestra locura hay que encontrar
algo de mesura y evitar que la duda nos consuma. Hoy sonreímos, pero queremos
llorar de alegría el día domingo.
Falta poco. A morir con mi azul y blanca.
Por: Leonardo Cusirramos 'El Potrillo'
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