'Jóvenes vALores' #12: Una locura

Foto: Liga 1

Final - Copa Generación - Sub 18 2021
Resultado Final: Sporting Cristal 1(4) – 1(2) Alianza Lima

Muchas veces las historias no tienen el final que uno espera, pero tienen un desarrollo impresionante, de locos. Si me preguntan a mí, prefiero llamarle increíble. En Alianza, pese al calvario que se vivió, este año fue excelente, con alucinantes victorias, pero también con unos que nos hizo probar la derrota, como para decirnos que siempre debemos mantener los pies sobre la tierra.

El reloj daba las 10 y la final iba a empezar. Nuevamente, Alianza Lima vs. Sporting Cristal. El golpe anímico de los Potrillos era impresionante, propio de unos campeones. Por su parte, los celestes comían ansias, pero seguros de mantener su buen juego.

Esta vez nos tocaría ver a un Alianza distinto, más atrevido, presionando desde el minuto 1’ y jugando como se debe jugar una final. En Cristal, sorprendidos quizá, buscaba salir como sea. Y el mundo de la pelota, muchas veces la presión alta no significa goles. Sin embargo, los goles significan efectividad. Los Potrillos, como nunca, llegaban, pero no se concretaba. Por arriba, por abajo, de pelota parada, pero siempre faltaba algo. Faltaba meterla y ya. Testigos de esto, los celestes, a los 31 minutos de iniciado el encuentro, aprovecharían para desbordar por la derecha e inteligentemente lanzar un centro hacia atrás, donde recibiría Gilmar Paredes que, con más precisión que fuerza, dispararía para anotar el primer tanto del partido. La bandita tenía más el balón, manejaba el juego, pero los rimenses, en una de sus escapadas, inclinarían la balanza a su favor. 1 a 0 en Videna.

Luego de constantes intentos de igualar el marcador, llegaría el descanso. Y cuando les digo “constantes intentos”, en serio lo digo. Después de cubrir el torneo, nunca había visto a nuestro equipo atacar tanto. ¿Diosa fortuna? Quizá. ¿Falta de precisión? Definitivamente. ¿Arriba Alianza? Toda la vida, señores.

El discurso del entretiempo fue práctico: “Le damos vuelta como sea.”. Con esa idea marcada en la mente de cada uno de nuestros muchachos, salimos al campo. Y como si se tratara de una avalancha, nuestros blanquiazules fueron bien al frente.

Uno, dos, trece remates. Aún nada. Hay azares del destino que uno muchas veces no entiende. Simplemente no caben en nuestra cabeza. Y es que era casi inexplicable ver cómo nos encimábamos al rival que muchas veces supo someternos, pero esta vez no se nos daba. La incredulidad y frustración en cara de Goicochea, Del Castillo, Lupu y compañía era una cosa de no creer. La pelota no quería entrar, las piernas de los muchachos se acalambraban, el correr se dificultaba, pero, pequeño detalle no menor, el fútbol, como diría Dante Panzeri, es la dinámica de lo impensado. Asimismo, ya como un secreto a voces, olvidaban que en Alianza tenemos un corazón enorme.

Los minutos de adición... ¡Ay, mamita querida! 7’ se darían. Allí iniciaría el martirio de muchos y chispazo de esperanza para otros. Son aquellos minutos en donde ya el cuerpo corre detrás de la pelota por inercia, por mero respeto a las reglas. Pero también son aquellos minutos en donde el haber ido a cada pelota con el corazón antes que la plancha, da sus frutos.

En uno de esos mil ataques, ganamos un córner. Como siempre, ahí va el 10, Jorge Del Castillo, a pararse frente al balón e intentar mandar uno de esos centros que le encantaban al buen Pablo Bengoechea.

Por los cielos vuela el balón, mar de hombres en la zona de castigo, una trifulca se desataba y la atención se desviaba para saber dónde caería la codiciada bala blanca. Dentro de todo ese loquerío, aparecería uno más loco que todos. El buen Valladolid aprovecharía que el cancerbero celeste nunca llegaría a cortar y mandaría a cobrar con un golpe de cabeza. Allí estuvo él, el 9, el goleador, el que carga la cruz más pesada, a los 94’ minutos, cuando ya casi llegábamos al desenlace de la historia de “Alianza Lima-2021” para decirnos que abría más por escribir aquí en Jóvenes vALores, para Memorias De Una Piel.

El banco de Alianza era una fiesta, un carnaval y no es para menos. Le emoción de un gol sobre la hora es comparable, quizá, con la que sientes cuando miras frente a frente a la chica que te gusta, le dices para estar y ella te dice que sí. La bandita lo hacía de nuevo. 1 a 1 cuando el partido parecía finiquitado.

Las acciones culminarían milagrosamente igualadas, pese a que tuvimos chance de ganarlo en el tiempo reglamentario. La ventaja ahora la teníamos nosotros. Íbamos al todo por el todo.

O eso creímos...

Durante los 30’ minutos suplementarios, pese a las arengas que te hacen salir con el pecho inflado cual Josepmir Ballón en las finales, no sé si por cansancio o por exceso de confianza, no veríamos un Alianza que pueda sacar ventaja del resto físico que tenía y el buen timing de los cambios que hizo. Cristal se encontraba fusilado de pies a cabeza, ya no podían más, pero quizá tampoco nosotros y es por eso que no pudimos inclinar el resultado a nuestro favor.

Acabarían los dos tiempos suplementarios, extrañamente, sin muchas acciones por resaltar. Tal parece que ambas escuadras, quizá, querían que ya lleguen los penales.

La pena máxima de los 12 es una ruleta rusa, una incertidumbre total y castigo que muchas veces no es aplicado justamente. Aquí no siempre gana el mejor, aquí gana aquel que más fría tenga la cabeza y más caliente el pecho. El ganador, al fin y al cabo, tiene que ser solo uno porque la pelota no conoce de merecimientos. Ella se irá con aquel que mejor la trate para luego besar sutilmente la red.

La tanda iniciaría positivamente con un buen cobre de Montoya y con mucha fe puesta en los 1.96 metros de Ángel De La Cruz. Fe que aumentaría dado que adivinaría la dirección de los disparos rimenses y que Mesías cambió su penal por gol, pero dicha fe se iría escurriendo poco a poco cuando dos de los más talentosos, Arrasco y Del Castillo, vean sus disparos detenidos por el portero celeste. Y es que muchas veces es así; aquellos de mejor desempeño, son aquellos que erran. Fútbol, sencillez impredecible.

Cristal lograría anotar y, tras mucho suspenso, se coronaría campeón del Torneo Generación Sub-18. Quizá merecíamos ganar, pero el mandamás del encuentro ya hizo sonar su silbato. Nos quedamos ahí, cerquita, apenas, pero la vida y este deporte dan revanchas. Somos testigos de una, una muy grande, una que nos ha hecho gritar campeones.

Nada que criticarle a estos muchachos. Muy por el contrario, gracias por haber jugado como hinchas y honrar primero al escudo que llevan en el pecho, para que luego nosotros recordemos el apellido que llevan en la espalda. Queremos verlos a todos consagrarse en primera. Jóvenes vALores, no saben cuánto les agradezco por esta aventura.

Este año fue una locura. Alianza Lima es una locura, es lo más grande y que no le quepa duda a nadie.

Gracias al Tío Memorias por la chance y a PlumALigera por ser una tremenda partner. Gracias a papá y mamá por entenderme y apoyarme. Gracias a Dios por este camino. Gracias a Alianza por este amor y gracias a ti que lees esto. Se cierra este capítulo. Ha sido un placer.

 

Por: Leonardo Cusirramos 'El Potrillo'

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