TERRITORIOS ÍNTIMOS #13: Olor a sangre
Qué difícil es creer, mantener con vida el querer, más aún cuando el
escenario se pone en contra. Qué cerca nos podemos poner a la palabra
"imposible" pese a estar conscientes que se está jugando
absolutamente todo, pero igual, bien podría no alcanzar porque este es el mundo
real y no una película de Disney.
Y lo que aquí escribo está totalmente alejado de cualquier discurso
de autosuperación o alguna loa al exitismo aderezado con un "sí se
puede". Quienes me conocen, saben que soy irremediablemente enemigo de
todo aquello.
Sirva la anterior declaración para poder aterrizar las palabras
sobre ese terreno no siempre asfaltado que es la realidad...si es que se puede.
Esta nota se está escribiendo el día jueves 18 de agosto,
exactamente un año después de una de las más grandes demostraciones de sangre
caliente de los últimos años. Sigue siendo difícil mantener la ecuanimidad para
escribir, si recordamos la embestida feroz que no encontró resistencia alguna,
pese a tener un hombre menos durante buen tramo del cara a cara sobre el plano
verde.
Ahí el equipo lanzó el grito destemplado: queremos ser campeones, y
lo vamos a lograr.
Yo estoy totalmente convencido que esa noche no hubo ni ayuda
divina, ni alguna receta lanzada por Alejandro Jodorowsky. Aquella noche en el
Nacional lo que hubo fue actitud, lo que en el fútbol se conoce como
"ponerle huevos ", y en esto no cabe objeción alguna. Nada. Ni una.
Es difícil creer cuando el tiempo se acorta y el panorama es
desfavorable. Para bien o mal, es una reacción humana a consecuencia de un
golpe inesperado, pero no es definitiva. Puedes sentir que ya todo está
consumado, que para la próxima sí se podrá, que no era la noche. Pero lo que no
puedes es bajar la mirada, perder el orgullo, dejar que la sangre se te
entibie, optar por el silencio.
Aquella noche entendimos que uno no se va del estadio ni apaga el
televisor hasta que el referí pide el balón, entendimos que si uno falla debe
tener a un compañero que guapee para bien, que la camiseta que vistes es más
que una prenda: es una manera de ver y estar en el mundo. Un mundo que no
siempre será bonito, pero para eso hay que ser rebelde. Rebelde hasta con uno
mismo.
La corrida, el centro, el primer cabezazo, el segundo cabezazo, la
guapeada en sus caras. Eso es rebeldía, la que brota al empaparse de sangre
caliente cuando se requiere.
La misma sangre que aún se huele en el Nacional.
Un buen viernes grone.
Y arriba Alianza.
Por: Metalgrone
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