TERRITORIOS ÍNTIMOS #20: Dorsal 666
El escritor francés Émile Zola decía que prefería morir de pasión a
morir de aburrimiento. Interesante elección la suya.
La pasión nos genera tantísimas emociones y sentimientos, nos puede
elevar al goce más sublime, así como arrastrarnos hasta mirar en un abismo y
vernos a nostros mismos consumidos por el fuego de la pasión.
Pero no vengo esta vez a hablar de las pasiones en un tono sombrío,
sino todo lo contrario.
Fue el viernes 7 de marzo de 2008 cuando me encontré parado entre
una multitud de otros apasionados en el estadio Arquitecto Ricardo Etcheverry
del club Ferro Carril Oeste, en Buenos Aires, Argentina.
¿El motivo? Iron Maiden, la banda de mi vida, donde iba a saldar finalmente una vieja deuda como
metalero viéndolos en vivo.
Hasta aquí, todo bien (¡más que bien!), solo que esa ocasión debía
ser realmente especial, y no tuve mejor idea que ir a ese encuentro con la
historia llevando puesta una camiseta blanquiazul.
Pero hay más.
Como dije, tenía que ser mucho más que especial, así que antes de
viajar decidí estamparle a mi camiseta un nombre en la espalda con su
respectiva numeración. De hombro a hombro, IRON MAIDEN, y el número no podía
ser otro que el 666, número identificado con la banda, el Número de la Bestia*:
el six hundred and sixty six maideneano, mi dorsal desde entonces.
Y sí, se siente bien caminar en otro país luciendo tu camiseta y que
la reconozcan. A mí no me importa que sepan quién soy yo. Me basta con que
sepan que quien miran lleva el nombre del Club Alianza Lima y sus colores.
¿Vanidad? ¿Soberbia? Bah, me tiene sin cuidado, porque, insisto, no
se trata de uno, porque de mi cara se olvidarán, pero no de la camiseta del único
grande que alguien vio en Buenos Aires, Medellín, Londres o Nueva York.
La blanquiazul protagonista de esta historia es la Marathon 2006
(campeona), y la tengo como una de las más preciadas (además de porque quien me
la obsquió supo amarme) porque en ella, en esa noche bonaerense, se oficializó
la comunión de mis dos pasiones más grandes: mi equipo y mi música, mi locura y
pasión, en un rito donde primó la intensidad.
Para ir cerrando, vuelvo a la frase de Zola con la que di inicio a
esta nota: si yo pudiera elegir sobre mi muerte, sin duda optaría porque sea en
un instante donde mi pasión esté en efervescencia y sea lo último que
experimente.
Que mi pensamiento final sea: “claro que valió la pena toda esta
huevada”.
Que tengan un buen viernes grone.
¡Y Arriba Alianza, carajo!
*”The Number of the
Beast”, Iron Maiden, 1982. Disco que incluye la canción del mismo nombre, cuyo
coro dice: “Six, six, six…the Number of the Beast”. Se vio envuelta en una
polémica al ser considerada erróneamente, por sectores religiosos
ultraconservadores, como satánica. El tema realmente trata sobre las pesadillas
recurrentes de uno de los miembros de la banda.
Por: Metalgrone
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