TERRITORIOS ÍNTIMOS #18: Once, el chimpún derecho y el tercer acto



Doce minutos y seis segundos del complemento. O cincuentaisiete minutos con seis, si gusta. De una forma u otra no discutamos, que igual se dio así inicio a todo.

Se ejecutó entonces el cobro, y el balón inició su trayectoria al ser impulsado por el pie derecho del encargado de darle vida, elevándolo apaciblemente, como si no quisiera bajar nunca, como si quisiera apostarle a la torre de norte que puede ir más arriba, siempre arriba, hasta las estrellas, teniendo como punto de referencia el vértice de sur con oriente dando cara a la iluminación solar dominguera. Fue dibujando una parábola cuya curva embelleció la escena. Aquí empieza la caída (en todo sentido) al llegar el balón al punto donde Newton nos recuerda que es su ley la que se está cumpliendo y cae, y cae, y cae. Cae como cayó Ícaro, viendo con horror cómo sus alas se desbarataban al sol, e igual sigue cayendo el balón, ahora aproximándose con un aura de suspenso que va aumentando conforme se ve en escena a un hombre con el número once en la espalda que se distancia del desorden en el que se ve envuelto el resto y no le quita la vista al balón. Lo mide, avanza, se detiene, se acomoda, lo espera, abre los brazos, inclina el cuerpo ligeramente hacia la izquierda, da la orden a su pierna derecha cuál general en batalla a su artillero. Hacen contacto objeto y ser humano, el olor a polvora comienza a expandirse.

Transcurrieron dos segundos desde que el obus en la pierna izquierda del ejecutante hizo su disparo desde el vértice de oriente con sur hasta que el hombre del número once le niega el contacto con el suelo al esférico, teniendo otros planes en su cabeza.

Doce minutos con diez segundos es la duración total. Una obra corta en un solo acto. Y si usted estuvo ahí en la platea tiene el deber de cerrar los ojos y recordar cómo del asombro pasó a la alegría, y de la alegría al frenesí al observar una obra maestra que hizo uso de la fría exactitud de la ciencia (trayectoria, punto de referencia, parábola, Ley de Newton, distancia, velocidad, altura, etc), uniendola con emociones que podrían ser generadas al estar frente a una obra de arte que siempre buscará disparar emociones tales como la angustia, alegría, esperanza, temor, sorpresa, admiración, adoración, apreciación estética, regocijo, ansiedad, asombro, júbilo, confusión, antojo, embelesamiento, excitación, disfrute, nostalgia, romance, satisfacción. Aquellas que experimentaron asistentes, televidentes, y radioescuchas.

De aquella obra completa a cuatro actos ejecutada el domingo 18 de mayo de 2003 se habló y se seguirá hablando mientras exista memoria, porque la historia la escriben los vencedores, pero aquel tercer acto, momento cumbre, merece mucho más que editarlo predeciblemente con "My heart will go on", dejemos a Céline Dion tranquila esta vez, porque si algo se estaba hundiendo esa tarde en el mar gélido de su propio sudor eran los que tuvieron que sacar del medio en cuatro ocasiones.

Mientras tanto, la música continuó sonando varios minutos más con el baile siguiendo el ritmo y sin perder paso.

El ritmo del Alianza a paso de campeón.


Por: Metalgrone

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